martes, enero 31, 2006

Un día cualquiera

El despertador estaba puesto para las siete de la mañana. Era día de medidas, lo que suele significar coger el tren de las ocho y cuarto para llegar a Oviedo a las nueve y empezar cuanto antes. Como viene ocurriendo últimamente me levanto a las siete menos veinte, perfecto para desayunar y tener aún casi una hora para dormir antes de tener que levantarme de verdad. ^^u

A las ocho menos veinte vuelve a sonar el despertador, que toca lavarse la cabeza antes de salir pitando por la puerta. MMmzzzz, un poquito más... total, tenía que haber hecho unos papeles que aún siguen inmaculados y llegar a las nueve supone correr el riesgo innecesario de cruzarme con mi jefe a primera hora... mejor coger el tren de las nueve y llegar a las diez ^^u. El despertador queda fijado a las 8:25. A las 8:28 me levanto de la cama, cojo la ropa y me meto de cabeza en la ducha. 8:40 salgo dando saltitos, me medio seco (sólo por delante, secarse por detrás es solo recomendable para contorsionistas), me peino a toda leche mientras redescubro que Letty se va hoy, que se larga a Alicante hasta el sábado (¡mierda!¡y yo qué como hoy!) busco las llaves y salgo corriendo.

Vuelvo corriendo, cojo la carpeta en la que están los papeles esos que tengo que terminar y vuelvo a salir corriendo. ^^u. O corro un rato, o llego tarde al tren por dos minutos.

La ausencia de mi hermana dolió sobre todo a la hora de comer. Menú: un triste pincho de San Jacobo a las cuatro y media de la tarde, cuando ya empezaba a ver borroso. Mañana me levantaré aunque sea con 30seg más de margen para que me dé tiempo a coger el bote de fabas con almejas que me debió traer mi madre el domingo. Pasao mañana se me acaba el chollo: o engaño a alguien para que venga y cene en mi casa (y cocine pa dos y lo que sobre me lo llevo yo al día siguiente) o... no tengo opción, tengo que conseguir que algún incauto venga.

Al menos la quiniela ya está echada. Vamos, lo importante que era pagar 50 céntimos para llevarme parte de los beneficios que genere alguien más ducho que yo en la materia ya están invertidos. Jejeje >:). Un paso más cerca de hacerme rica. :P

miércoles, enero 25, 2006

Conversaciones de vagón.

Allí estaba él, en la estación. Antiguo alumno de física, anarquista, activista... me senté con él. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, nunca fuimos amigos pero a veces es constructivo hablar con gente que tiene puntos de vista radicalmente distintos.

El show empezó cuando una profesora de padagogía con la que me suelo tropezar por los pasillos se sentó con él. Feminista acérrima, empezamos a hablar. Ahora reproduciré algunas de las cosas que me dijo. No estoy de acuerdo con ella en prácticamente nada, pero estoy pensando sobre lo que dijo. Sobre su forma de ver el mundo, de entenderlo. Esta mañana, al acostarme después de desayunar en lugar de dormirme hasta que volviera a sonar el despertador estuve dándole vueltas.

Habló de dos clases de ciencia, el modelo actual y el ... ¿estoico?¿hermético?. Juraría que era el hermético. Por un lador está la mente, la ciencia, lo masculino, por el otro el cuerpo, la Naturaleza, lo femenino. En un punto de vista se deben complementar, trabajar en equilibrio... el otro, el actual, es aquél en el que el hombre ha de tomar a la mujer y violarla. Forzarla, tomar de ella lo que quiere.

Ya de mano esto me plantea dos traumas:
1- Me siento mucho más identificada con la mente. Me parece totalmente erróneo asociar a la mujer con el cuerpo y la naturaleza y desligarla de la mente y tener la visión opuesta para el hombre. El concepto en sí mismo me parece tremendamente machista, absurdo, falso. Aberrante.
2- El concepto de ciencia que plantea no es lo que yo llamo ciencia. Es la forma de interaccionar con el mundo, que no sé qué nombre tendrá. Este problema lo tuvimos todo el rato, para ella todo era ciencia. Para mí ni de coña. Las palabras eran las mismas pero hablábamos idiomas distintos.

Me decía lo indignante que era que se nos enseñe la geografía que se nos enseña, que son en realidad planos militares para poder combatir o lo que sea. Su alternativa era que se enseñara el por qué en una orografía había una vegetación o una fauna y esas cosas. Mi respuesta fue clara: eso es una cuestión de interpretación. Nadie nos enseña a combatir ni a invadir ni nada de eso, así como tampoco nos dicen por qué hay determinado clima o fauna. Nos dan los datos y nosotros hacemos uso de ellos.

Me protestaba porque los niños tenían que estudiar tiro parabólico, que no es más que aprender a matar, que eso es estudio militar (proyectiles y tal). Que ella quería saber por qué a las fabas había que ponerlas en remojo, el tiempo de cocción, la energía liberada al digerirlas y demás. Para llegar a eso se necesitan tener tantos conceptos de química orgánica y termodinámica que como mínimo hasta cou no se podría aprender, pero claro, es que me decía que ella quería estar aprendiendo siempre, que quería que le enseñaran eso. Mi cara de flipe tenía que ser alucinante, cuando le señalé la evidencia de que el sistema educativo tiene un tiempo limitado, que la enseñanza hay que acotarla en unos determinados años y que los contenidos de un sistema educativo, siendo mejores o peores, no tienen nada que ver con la ciencia.

Me hablaba del lenguaje que utilizamos, creado por hombres sin tenernos en cuenta (expresiones como ¡hombre, qué tal estás! y demás) y supongo que querría cambiarlo. Yo le decía que no creía que fuera así:
-Que no crees, claro que sí, ¿dónde estábamos tú o yo?
-Tengo derecho a opinar. Creo que no es cierto, pero no lo sé. Si alguien que supiera me diera datos podría cambiar de opinión.
-¡Pues si no sabes investiga!¡Investiga y míralo!
-No tengo tiempo para dedicarlo a eso (cara de flipe). No se puede saber todo (esto se lo dije un millón de veces) no hay tiempo. Yo soy buena en física y es a lo que me dedico. Otra persona puede dedicarse a eso. En cualquier caso, si eso del idioma tuvo importancia en su día no creo que a día de hoy suponga nada. (Esto fue ya al final de la conversación y ella estaba indignadísima conmigo).

Me hablaba de explotación del cuerpo de la mujer por la ciencia incluso hoy en día, como aparecen carteles en la facultad para que se donen óvulos. Esto, después de rallar con que la ciencia solo mataba (bomba de plutonio y tal, no puedo reproducir todas las barbaridades que dijo, ¿cómo impedir la creación de la bomba atómica? ¿poniendo límites al conocimiento? Si algo se puede hacer se hace. Antes o después.) Cuando respondí con que esas investigaciones salvarían miles de vidas, con el caso más rápido y obvio de curar muchos tipos de cáncer saltó con que el cáncer lo provocamos nosotros con la contaminación y demás. Eso sólo lo aumenta, no lo produce. Entonces saltó de rama a que se investiga las enfermedades del primer mundo, que a ver qué pasa con el SIDA en África. Con la miseria del tercer mundo.

Yo creo que esa mujer quiere luchar por muchas causas justas, pero que lo confunde todo. En cualquier caso al final me dijo que no me ofendiera pero que yo representaba aquello contra lo que ella luchaba. Le respondía que tenía un serio problema, y es que aunque ella me hubiera entendido no había conseguido que yo entendiera una sola palabra de qué era exactamente lo que estaba tan mal, lo que pretendia cambiar. Su lucha era estéril si el mensaje no llegaba.

Hoy todavía estoy dándole vueltas a qué me quiso decir.

Sólo una cosa más, me empiezo a preguntar si en el fondo no seré yo también machista. Culpo a los hombres que niegan oportunidades a las mujeres, aquellos que se creen superiores o cortan nuestras expectativas. Pero desprecio mucho más a las mujeres que asumen su papel de sumisión, que nunca han luchado, a las que les gusta su papel de no cambiar bombillas, no aprender tecnología, no cargar pesos, soy una delicada florecilla. He de decir en mi favor que aunque sea bastante nazi al menos esto no lo aplico solo a las mujeres, lo aplico a cualquiera que no tenga sangre en las venas para luchar por sus derechos.

martes, enero 24, 2006

De todas las historias de la Historia la más triste sin duda es la de España, porque temina mal.

Estoy decepcionada. Tanto Estatut para aquí y para allá para que al final salga adelante por algún motivo que no llego a entender.

Sólo sé que algunos quieren más. Supongo que se creerán mejores, porque si no no entiendo por qué quieren diferenciarse tanto del resto.

La última idiotez de IU en Asturias (a estas alturas será ya la penúltima o la antepenúltima) era que querían declarar a Asturias nación, insistir en la oficialidad del Bable y no sé qué otra cosa. La penúltima tontería de los gallegos es pretender reclamar pueblos asturianos como suyos; luego dicen que su política no es expansionista. La penúltima estupidez de los catalanes es anular a sus hijos como trabajadores potenciales en este pais que viven por desconocimiento del idioma. La penúltima de los vascos, poner sus huevos encima de la mesa y decir: nosotros somos ETA y el pueblo nos apoya. Vamos, la reunión esa de Batasuna con anagrama de ETA incluido. Y tal. A ver si alguien les da un martillazo bien gordo en ellos y se los revienta.

Tal vez es que últimamente hablo con gente muy crítica con el gobierno actual que empiezo a creer que las cosas van realmente mal. Aunque sé que si tuvieramos otro gobierno para mí las cosas irían mucho peor. ¿Es eso lo que queda, elegir entre mal y peor?. Eso parece.


Apología y petición

¿Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno,
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?

De todas las historias de la Historia
la más triste sin duda es la de España
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.

Nuestra famosa inmemorial pobreza
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno,
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.

A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.

Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
puede y debe salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.

Quiero creer que no hay tales demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia.
Son ellos quienes han vendido al hombre,
los que le han vertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.

Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea el hombre el dueño de su historia.


- Jaime Gil de Biedma -