jueves, diciembre 22, 2005

Semana en Londres

La semana pasada estuve en Londres. Enterita, de domingo a domingo. Iba para trabajar en un grupo de investigación muy bueno, para ver qué hacían, dejarme ver para que me conocieran y con vistas a que en un futuro pueda ir por más tiempo. Una semana es mucho tiempo, iré por partes:

No me gusta Londres. Es la cuarta vez que voy. La cuarta que lo confirmo. Me parece una ciudad horrible, deshumanizada, enorme, fría y solitaria. Tiene sus edificios típicos, bueno, ¿y qué?. Es una ciudad hecha para turistas; los ingleses, que saben lo que hay, ya no viven allí. Tal vez encuentres uno por cada 20 o 30 habitantes, estará por motivos de trabajo e intentando largarse. Y hace bien.

No se puede decir nada bueno de un lugar en el que las tiendas cierran como tarde a las siete (muchas a las cinco o las seis), y los pubs a las once. La cosa se complica si además al grupo de gente con el que estuve no le gustan los pubs. Del trabajo a casa y de casa al trabajo, como mucho yendo a que te saquen los ojos por cenar cualquier chuminada. Los primeros tres días no voy a decir que fueran un infierno, sería una exageración, pero la mirada triste de quien está atrapado en un sitio al que no pertenece la llevaba puesta todo el rato.

El despegue para ir sí que fue espectacular. Cuando ya estábamos montados todos en el avión, con las azafatas en el pasillo para hacer el paripé ese de que antes de estrellarnos y morir aún podemos hacer el chorras con mascarillas y tal el avión de repente dio un bote. Un brinquito hacia la derecha. Nos quedamos atónitos. Los de las ventanillas de la izquierda, pasado un ratín, comenzaron a comentar que el camión que transportaba el equipaje y que ya se estaba retirando había chocado contra el ala. :S. ¡Pero si sólo estaba nuestro avión y otro!¡Que volé desde Santander! Menos mal que decidieron no volar inmediatamente. Despegamos cuatro horas después, después de que un ingeniero venido desde Londres trajera una pieza del extremo del ala y la reemplazara. Vuelo y aterrizaje sin problemas.

Joao me acogió el domingo. Me llamó para ver dónde estaba y qué iba a hacer, y la verdad es que yo no llevaba ni plan. El mismo domingo antes de salir de casa había enviado un par de emails diciendo que iba, me había anotado las direcciones del Imperial College y de un albergue que sonaba prometedor, el código de mi vuelo y el teléfono de Joao. Y carretera. Así que me acogió en su casa esa noche. ^^ Un santo. Y nos comimos la quesada que había comprado en Santander y que estaba de muerte.

La semana la pasé con Vanessa. Es la chica majísima con la que iba a trabajar, y me ofreció quedarme. Oferta que acepté gustosa, que Londres está prohibitivo. Pero su estilo de vida y el mío no tienen nada que ver así que hagamos como ocurrió en realidad, dejemos un hueco en blanco (o negro más bien) hasta el jueves noche.

Y por fin salimos. Salir no es necesariamente ir a romper de máximo fiestón. Para mi lo importante es estar un rato de risas con gente, charlando, bromeando y esas cosas. No sé cómo pueden vivir sin ello. Quedamos todos los del grupo para ir a un pub y Joao también se vino. Menos mal, porque a las diez y media ya estaban todos recogiendo velas ¬¬u. A Dan fue fácil engañarle. "¡Pero Dan!¿tú también?". Ya está, era todo lo que el chico necesitaba oír. XD. Es un postdoc majísimo, el único inglés del grupo y con el que casi no coincidí porque tenía un deadline el jueves y claro, trabajo a saco. Pero me cayó muy muy bien. Ese sí es de los míos. Tengo que escribirle, que me dio su tarjeta pero no tiene mi dirección, hummmm. Cervezas, otro pub, cervezas y Pepe's. A las cinco y media estábamos metiendo a Dan en un autobús (se negaba, quería ir de doblete a dar clase el día siguiente ^^u) y a las siete y diez nos estabamos despidiendo en la puerta de mi casa. Por fin las cosas iban bien.

El viernes y el sábado sin comentarios. :). Vino el lugarteniente del Oscuro ^^, así que ya podía estar en un pozo supurante que iba a estar encantada :P. Entre las cosas más reseñables están la visita al Imperial War Museum donde disfrutó como un niño (yo llegué a llorar al leer el manuscrito del manifiesto que se leyó a los soldados antes de lanzar el ataque del día D), y me vengué con tarde de "compras" en Oxford Street. Cuando nos dimos cuenta eran las nueve de la noche, quedamos con Joao a las diez y luego de aventura a "su" hotel. XD. Cuando decía que allí no te aburrías y que siempre pasaban cosas yo no estaba pensando en una tía que bajara corriendo y gritando que la habían intentado matar, que era prostituta y que su cliente, un pringao de chaval acabara con una mano ensangrentada porque le habían reventado un vaso en ella y detenido por la policía porque en su habitación habían encontrado estupefacientes y tal. Flipante.

Y vuelta a España. Comimos en Puente San Miguel, en un lugar que yo conozco por mi padre, luego me llevaron hasta la frontera con el país vasco y tres horas después me recogería mi hermana que venía de esquiar en Pirineos, con no se qué excusa por la tardanza de que el coche no arrancaba y hubo que hacer filigranas para empujarlo sobre hielo y tal :P.


Hoy es jueves, ayer salí de espicha, el sábado es Nochebuena, el domingo Navidad. Pero a lo que yo espero es a que llegue el lunes.

Por cierto ¡Felices Fiestas a todos! :) Sed buenos ;)

miércoles, diciembre 07, 2005

Instantánea

Desde el ventanuco contemplaba un mundo azul. Veía el cielo. Bañado por el Sol había un hermoso jardín con fuentes y flores por doquier y el arrullo del agua era acompañado por los cantos de las aves que allí habitaban. En verdad los grandes señores eran elegidos de Dios; ese lugar debía de ser muy parecido al Paraíso de Adán.

Con un suspiro la niña se apartó de la ventana, ya había perdido demasiado tiempo. Corrió hacia las despensas a realizar el encargo y luego de vuelta a las cocinas. Al mundo gris al que pertenecía. No pasaría de los treinta.

lunes, diciembre 05, 2005

Calma

Tal vez no sea calma de verdad la que vivo ahora, tal vez sea tan solo un sistema inercial. Pero viene a ser lo mismo.

Pasé el fin de semana otra vez en la Rioja. Fuimos de cena muchos primos, al final diez, porque como era de esperar, las dos universitarias tenían trabajos o exámenes y venirse les suponía perder dos días en viajes. No tuve suficiente tiempo para hablar con todos, pero estaban allí que es lo que importa. Tal vez vuelva a ver a algunos por Navidad y podamos hablar más tranquilamente. Somos bastante clan, estoy orgullosa de pertenecer a él.

Por otro lado también se está estabilizando otra situación. Preferiría que no fuera intermitente, pero lo es. Y me da miedo pensar en las implicaciones que tendría el que no lo fuera. Casi me da vértigo. También me daba miedo saltar desde el espigón y eso no evitó el chapuzón nunca. :) Eso sí, imposible olvidar la sensación de terror durante un instante cuando ya has saltado y estás en el aire, aún sin caer, y ves unos metros más abajo el agua. :)

Me acabo de parar, he levantado la vista y me gusta lo que veo. Me gusta mi vida. Me apetece saborearla según viene, los sabores dulces y los amargos, los sabores exóticos inesperados, los que evocan recuerdos del pasado.

Me apetece recuperarme a mí, pasar por la vida y no que ésta pase sobre mí. El tren está en marcha y ya no noto la velocidad. Al mirar por la ventana, me gusta lo que veo.